Ayer vivimos en Córdoba un día súper especial, de esos que se quedan grabados en el corazón y dejan huella. Tuvimos la suerte de contar con la presencia entre nosotros de la Cruz y el icono de la JMJ.

Peregrinamos a la mezquita catedral. Tuve la suerte de portarla. Me emocionó el encuentro, pues el Señor me regaló el poder vivir la JMJ de Madrid y la d Brasil (la de Panamá aunque estaba apuntada no pude asistir por enfermedad. Mis hermanas del secretariado de PJV me regalaron el kit de peregrino y cada día llevo la mochila a clase, por ser de María).

En este día intenso nos acompañaron Flavio y su familia, Alejandro y su madre Teresa, Pilar una antigua alumna de Villacarrillo, Carlos otro antiguo alumno, mi madre, los padres de Claudia, José y Carmen, que se llevaron a la pequeña Cristina, Pepa una hermana de mi comunidad y Francisca de la Casa del Redentor. Todos coincidimos que el Señor nos había regalado un gran día, que nos hizo recargar las pilas y constatar que hay mucha VIDA JOVEN en la Iglesia

Todos coincidimos que el Señor nos había regalado un gran día, que nos hizo recargar las pilas y constatar que hay mucha VIDA JOVEN en la Iglesia

Por la tarde, concierto, testimonios, viacrucis por la ciudad y terminamos el día con adoración al Santísimo… Algo sensacional, y Jesús se hizo presente en la Eucaristía y también con la alegría de los jóvenes. Después se pasó el testigo a los hermanos de Granada.

(Testimonio de Sor Rosa Diaz, mc)